martes, 13 de febrero de 2007


Receta para la melancolía :


Cójanse dos partes de añoranza (no importa la causa, el origen o su naturaleza)


Aderécese con una pizca de anhelo de compañía y la lejanía de cualquier ser querido.


Mézclese bien y vaya agregándose alguna canción que otra (a ser posible con algún significado oculto y misterioso)


Déjese reposar, imprescindible que sea en soledad, a media luz y sin nada concreto que hacer.


Pasado un tiempo prudencial (preferiblemente una tarde gris o lluviosa), désele una esperanza vana o alguna idea estúpida que rumiar.


Alimente la desazón que vaya surgiendo y, finalmente, coronela con la incomprensión de las razones del propio estado.





¡Enhorabuena!


Ha creado su propia estúpida e inmotivada melancolía.








(Todo se complica si lo pensamos demasiado...)

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