Receta para la melancolía :
Cójanse dos partes de añoranza (no importa la causa, el origen o su naturaleza)
Aderécese con una pizca de anhelo de compañía y la lejanía de cualquier ser querido.
Mézclese bien y vaya agregándose alguna canción que otra (a ser posible con algún significado oculto y misterioso)
Déjese reposar, imprescindible que sea en soledad, a media luz y sin nada concreto que hacer.
Pasado un tiempo prudencial (preferiblemente una tarde gris o lluviosa), désele una esperanza vana o alguna idea estúpida que rumiar.
Alimente la desazón que vaya surgiendo y, finalmente, coronela con la incomprensión de las razones del propio estado.
¡Enhorabuena!
Ha creado su propia estúpida e inmotivada melancolía.
(Todo se complica si lo pensamos demasiado...)
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