martes, 20 de marzo de 2007


Había una vez una Bella y una Bestia.

Él era bello: grande, fuerte, poderoso. Sus brazos, enormes, transmitían todo su calor sin asfixiar; sus ojos, claros, limpios y sinceros, podían escudriñar el alma con una mirada; su sonrisa, abierta, franca y tibia, lo iluminaba desde dentro, contagiando su luz al resto.


Ella era la bestia: tímida, insegura y vuluble, caminaba siempre a ciegas, tropezando con sus pies. Su cuerpo, menudo y frágil, de deslizaba entre las sombras de su mirada; su piel, cetrina y fría, estaba cuarteada por el viento; sus labios, rígidos, muertos, añoraban el sabor de un beso.


Toda su vida se paro, el dia que se encontraron.


Él encontró la parte que equilibrase la balanza de su vida, la parte a la que dar el calor que irradiaba.


Ella encontró en él la protección y el calor que su cuerpo necesitaba.


Y en un abrazo se fundieron.


Y en un abrazo del mundo se refugiaran.

No hay comentarios:

""