domingo, 11 de febrero de 2007


A veces es mejor callar cuando se tiene demasiado que decir...

A veces, esa verborrea incontrolable se bloquea
y solo puedes murmurar palabras inconexas...

Incoherencias que sales disparadas, como dardos,
que dañan
que de inmediato te arrepientes de haber dicho.

A veces la locuacidad solo esconde palabras vanas, vacias,
palabras que, de no sentidas, nacen muertas...

Por eso yo prefiero callar,
aunque no se si es por lo mucho que tengo
o porque, en el fondo, no tengo nada que decir.

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