Continente y contenido
no siempre se corresponden.
La ansiedad de los números
me recuerda la crueldad de mi reflejo.
Mucho o poco cuero
al fin y al cabo es solo piel,
y ya no me valen los huesos.
Cerrar los ojos y engañarse:
salida fácil a lo complejo;
que actuar sin pensar
siempre es mejor que el sentiemiento.
Que me invade y me envenena,
que se retuerce por dentro,
que ignoro y me grita
con su canto zalamero.
Una sombra entre las sombras,
que se esconde entre mis miedos,
se agazapa en los rincones
de lo que un día fue desierto,
y me llama, susurrándo
lo que aún quema por dentro.
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